Comenzaba este año 2020 con la apuesta firme de la Consejería de Educación de seguir trabajando por la mejora de la calidad educativa en Andalucía. Y, en eso de que las políticas sin presupuesto no son nada, aportaba un presupuesto histórico para Educación: 6800 millones de euros, 500 millones más que el último presupuesto socialista para Educación.
Pero llegó el maldito COVID e Imbroda sacó de debajo de las piedras 600 millones más para hacerle frente. Comienza un nuevo curso 2020-21 con casi 6500 docentes más, parte de esos 8000 profesionales que se incorporan a las aulas, porque también hay más personal de integración, monitores, etc. También se han invertido en limpiadores de centros escolares, en material sanitario, 25 millones en partida extra para obras en los centros, aumento de la partida de gastos de funcionamiento para los centros educativos, 150.000 dispositivos electrónicos, formación docente, flexibilización de las enseñanzas para que, a partir de 3º de la ESO (por motivos obvios, los más pequeños no pueden trabajar solos en sus casas) el alumnado pueda tener formación semipresencial…
Son algunos ejemplos de la enorme inversión y de la responsabilidad con la que la Consejería de Educación, a cuyo frente está Ciudadanos, ha afrontado el comienzo de curso.
Por ello no quiere el Consejero Imbroda un premio. Reconocimientos ya tiene bastantes en su vida profesional. Considera él que esto es lo que tiene que hacer una administración. Asegurar de la mejor forma posible un servicio público esencial como la educación, poniendo todos los medios con los que cuenta a disposición de ésta. Lidera el Consejero un equipo que pretende ser eficaz y humano ante esta crisis. Y hace suyas también, como equipo, a todas las directivas de los centros educativos, estando en contacto permanente con ellas, escuchando aportaciones e implementando aquellas que considera que mejoran el sistema. Y reconoce la extenuante labor que esas directivas están realizando.
No se entiende cómo partidos políticos y sus colectivos sociales, cultivados y mantenidos económicamente durante años, ante la amenaza que estamos viviendo como sociedad y a la cual le estamos poniendo freno desde todos los sectores, se dedican exclusivamente a hacer de la Educación un campo de batalla. El PSOE, responsable durante 37 años de la Educación en Andalucía, responsable de esta falta de cimientos en el sistema educativo andaluz, enarbola banderas contra la Consejería de Educación, contra el Consejero personalmente si hace falta, banderas que no ha defendido con sus políticas en sus muchos años de gobierno. Y cultiva los miedos que como sociedad tenemos en una actuación que busca claramente el interés político.
Esta semana hemos vivido la convocatoria de una huelga docente por parte de los sindicatos CGT, USTEA y CCOO. Vaya por delante mi total convencimiento de la legitimidad de huelga de los trabajadores, habiendo participado como docente en más de una. Pero llevamos oyendo en sede parlamentaria al PSOE decir que toda la comunidad educativa pedía huelga, porque, eso sí, el PSOE puede hablar por todos los colectivos, en eso coincide con Adelante Andalucía. Casi, casi… ellos son los colectivos. Y, de hecho, en más de uno de ellos los responsables son cargos políticos de estos partidos. Pues bien, hubo convocatoria de huelga para el viernes 18 de septiembre. Oímos en RTVE, conexión con Andalucía, decir que los sindicatos afirmaban que el 60% de la plantilla docente había ido a la huelga en nuestra Comunidad. Y después salieron los datos oficiales. Porque esto no es como una manifestación, que unos pueden ver un número y otros otro. Aquí hay un control de asistencia de los trabajadores a sus puestos. Se llama Séneca, el programa informático de Educación, que dio al finalizar la jornada los datos oficiales. El 7,1% del profesorado había secundado la huelga. Es decir, casi el 93% había acudido a sus puestos.
Entiendo que en ese 93% hay muchos profesionales que tienen miedo. Pero me quedo con que, a pesar de todo, han decidido que es el momento de colaborar. Ante las múltiples incertidumbres que nos acechan a todos por este maldito virus, han decidido actuar como la entrañable Mafalda cuando se remangaba y decía: “¿Por dónde hay que empezar a empujar este país para llevarlo adelante?”.
El PSOE, que tantos años ha gobernado en Andalucía, no se ha molestado ni un poquito en conocer a sus docentes, su capacidad de trabajo y su responsabilidad. Ya no puede manipular más, ni él como partido ni sus colectivos politizados. No se puede crear una guerra política con la Educación. No se puede mentir diciendo que no ha habido inversión para minimizar el impacto de la crisis en la educación, con las partidas que se están destinando; que no se han buscado consensos, con todos los encuentros con colectivos y administraciones que han tenido lugar desde hace meses; que es un caos la organización, cuando las directivas y claustros no han parado de reunirse una y otra vez arbitrando medidas curriculares y de seguridad. No se puede negar lo evidente para atacar políticamente a Ciudadanos. Quizás, y a pesar de su preocupación, eso lo ha entendido el profesorado. Y, por esa razón, en Andalucía no ha pasado como en el País Vasco, donde la huelga convocada por todos los sindicatos de docentes no universitarios ha tenido más del 45% de seguimiento.
Enhorabuena a toda esa maravillosa comunidad docente que tiene Andalucía, por su labor, por su profesionalidad y por su responsabilidad. A corto plazo es prioritario avanzar en seguridad en las aulas. Pero seguidamente habrá que plantear muchos otros temas que preocupan a la comunidad educativa; ésta, por cierto, se encuentra compareciendo en el Grupo de Trabajo parlamentario de un Pacto Social por la Educación en Andalucía, propuesto por Ciudadanos, haciendo valiosas aportaciones. Es una verdadera pena que el PSOE tampoco quiera escucharlos y no acuda a las sesiones de trabajo. Parece que es mejor cultivar el enfrentamiento, como está haciendo, que buscar soluciones. Por algo la mayoría de la ciudadanía no les votó en el 2018.